sábado, 27 de septiembre de 2014

Nuestra felicidad frente a las pruebas de la vida.

Con frecuencia se tiende a pensar que los acontecimientos de nuestra vida marcan nuestra felicidad.

Si pudiésemos elegir lo que nos pasa, controlar cada aspecto de nuestra vida, es lógico pensar que renunciaríamos a la enfermedad y la muerte, al dolor, a la dualidad del bien y el mal, a las dificultades económicas, accidentes, a la soledad, el desamor, el rechazo, la traición... y a cualquier cosa aparentemente negativa que se nos ocurra. Al mismo tiempo estaríamos renunciando a la oportunidad de aprender, a desarrollar virtudes como la paciencia, la fe, el valor, la humildad o la perseverancia, a nuestra parte más espiritual y también a la esencia de nuestro albedrío, anulando el principio causa-efecto, sin la posibilidad de equivocarnos.

La ciencia busca las claves para ser feliz pero descubre que no puede obtener una fórmula única e infalible para alcanzar tan anhelado estado. Incluso se realizan encuestas y estadísticas a nivel mundial para medir algo tan abstracto y personal.

La psiquiatría y la psicoterapia se afanan para que la vida "nos duela menos". En esa búsqueda, la cosmovisión y comprensión de la existencia de cada individuo, marcan metas de felicidad con perspectivas muy diferentes.

La concepción de nuestra vida como algo finito que sucede entre dos puntos, -nacimiento y muerte- , nos puede crear ansiedad por ser felices y nos mueve a fijarnos metas posibles, aunque en ocasiones difícilmente alcanzables: éxitos profesionales y académicos, un elevado nivel de ingresos, reconocimiento público, tiempo libre, un vehículo de alta gama... o tal vez algo más profundo como vivir junto a la persona que amamos, rodeados de una hermosa familia y morir en su compañia tras haber cumplido cien años.

Quizá nuestro mayor error sea pensar: "Cuando obtenga eso que deseo y por lo que me estoy esforzando, seré feliz". Es preferible ser felices aquí y ahora, sin vernos condicionados por un futuro más o menos próximo. O mejor, procurar ser felices siempre. Deberíamos aspirar a ser felices durante el trayecto y no esperar a serlo cuando lleguemos al destino marcado, mostrando gratitud por lo que hoy tenemos y con entusiasmo por procurar aquello que consideramos que verdaderamente merece la pena.

Lo más frustrante es que aún llegando a alcanzar todas esas cosas, podemos descubrir que no somos necesariamente tan felices como esperábamos, a pesar de nuestros soñados logros y posesiones.

Por otra parte, una perspectiva eterna nos puede proporcionar la serenidad que necesitamos a fin de sobrellevar las tribulaciones.

Para alguien con sus necesidades más básicas satisfechas (comida, vestido y un techo bajo el que vivir), sus motivaciones serán diferentes que aquel que carece de lo más imprescindible. Si bien el dinero no da la felicidad, la ausencia completa de él, sí puede hacernos sentir desdichados.

Considero que en las sociedades más desarrolladas tal vez el mayor enemigo de la felicidad es el hedonismo, esa búsqueda permanente de placer y la obsesión de suprimir toda angustia y aflicción. Me vienen a la mente los célebres tópicos literarios: "tempus fugit" ('el tiempo huye') y "carpe diem" ('toma el día') como lemas clásicos que no han perdido vigencia en buena parte de nuestra sociedad, especialmente entre adolescentes y jóvenes de nuestros días. Esa visión del "disfruta hoy, mañana no importa" , si no se interpreta adecuadamente, sólo nos limita en nuestras metas y nos puede empujar a tomar malas decisiones a cambio de una satisfacción pasajera.

En el Tercer Mundo, los mayores impedimentos son el hambre y la guerra. Y también desde la sensibilidad y empatía, constituyen un motivo más para la tristeza en el mundo.

Mi conclusión personal es que en el camino hacia la felicidad, nuestra actitud es primordial. Y aunque ver el vaso medio lleno no siempre es posible, el optimismo siempre será necesario en los momentos de dificultad.

En todo caso, hay un hecho que es evidente: Cada persona busca su felicidad de una forma personal y diferente.

Mi esposa y yo tenemos breves diálogos en el que la pregunta y la respuesta son casi siempre las mismas. Cuando le pregunto: -¿Por qué me haces tan feliz?, ella casi siempre me responde: -Porque tú quieres ser feliz. Y en algunas ocasiones me contesta: -Porque te amo.

Sus dos respuestas me responden a mi pregunta mejor de lo que yo podría imaginar. Para mí la felicidad es una cuestión de actitud... y de amor... de amar y sentirse amado.

Les deseo que sean muy felices, hoy y siempre.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Y ahora? ¿A quién le doy mi voto?

Estoy seguro de que muchos, al igual que yo, se han hecho esta pregunta en los últimos meses al observar el convulso panorama político que sacude a nuestro país...Escándalos de corrupción, falsas promesas y acusaciones oportunistas y recíprocas entre los diferentes partidos, salpican los diarios de prensa, coloquios, noticiarios televisivos y publicaciones digitales.

A esto se suma la inestabilidad económica de una crisis mal llamada "mundial", que si bien anuncia un ligero repunte,no augura un futuro próximo muy halagüeño. La tasa de desempleo continúa siendo alarmante, el trabajador ha perdido de un plumazo derechos adquiridos por los que se lucharon más de tres décadas, fomentándose la precariedad laboral; la presión fiscal y la deuda con los bancos nos ahoga en medio de una política de recortes que se estiman necesarios desde las esferas económicas y de gobierno, pero que vulneran los derechos más básicos de nuestra sociedad, como la educación y la sanidad.

El acto de votar, según la Real Academia Española, es expresar de forma pública o secreta una preferencia ante una opción. Considero que la democracia es un sistema justo en su planteamiento, aunque admito que se está convirtiendo cada vez más en un acto de fe sin fe, -¡caray, qué falta de convicción!-, más que en una preferencia. A mi voto le acompaña una profunda desconfianza (espero que no me tiemble la mano, literalmente, al depositar la papeleta en la urna de las próximas elecciones).

Las relaciones humanas más saludables se basan en la confianza. Desgraciadamente el cúmulo de desagradables acontecimientos, ha hecho que el electorado de los tradicionales partidos de España, la pierda por completo, si bien esta "epidemia" termina por contaminar a la clase política en general.
Al hilo de la debacle bipartidista, surgen nuevas formaciones anunciando soluciones magistrales... Una cosa es "queremos" y otra es "podemos"... Todos creen que pueden... En la política, como en el diario vivir, nuestras intenciones son buenas pero podemos vernos limitados por multitud de factores.
Me viene a la mente aquella frase que dice: "Nadie promete más que aquel que no cumple".

Asímismo sería deseable una mayor independencia de los poderes judiciales a fin de administrar la justicia necesaria que salvaguarde nuestros derechos y bienestar.

Quiero creer que hay soluciones y admito que no sé cuales son, -por eso debo seguir confiando en aquellos que a priori saben más que yo-, pero pienso que las tres grandes virtudes de un político, con derecho a equivocarse como cualquiera, deben ser preparación, honradez y sinceridad.

Siempre me ha gustado esta escritura en el Libro de Éxodo del Antiguo Testamento:
 
21 "Además, busca tú de entre todo el pueblo hombres de virtud, temerosos de Dios, hombres verídicos que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo como jefes de millares, jefes de centenas, jefes de cincuenta y jefes de diez. 22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y será que todo asunto grave lo traerán a ti y ellos juzgarán todo asunto pequeño; alivia así la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo."

Si ya saben a quien votar, por favor, hagánlo con toda la fe que atesoran. Esa certeza al menos, mantendrá vivas sus esperanzas.

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Creamos lazos de forma consciente o hemos sido creados para amar?

En "El principito" de Saint-Exupèry se ilustra esta cuestión de forma tierna y certera:

Entonces apareció el zorro: -¡Buenos días! -dijo el zorro. -¡Buenos días! -respondió cortésmente -¿Quién eres tú? -preguntó el Principito-. ¡Qué bonito eres! -Soy un zorro -dijo el zorro. -Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-, ¡estoy tan triste! -No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado. -¡Ah, perdón! -dijo el Principito. Pero después de una breve reflexión, añadió: -¿Qué significa “domesticar”? -¿Qué significa “domesticar”? -Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas? -No -dijo el Principito-. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? -volvió a preguntar el Principito. -Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa “crear lazos… ” -¿Crear vínculos? -Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú para mí todavía no eres más que un niño igual a otros cien mil niños. Y no te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo… -Comienzo a comprender -dijo el Principito-. Y añadió el zorro: -Mi vida es monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Así es que me aburro un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se llenará de luz. [...]

La pregunta también podría formularse: ¿El amor nace con nosotros o es una conducta aprendida?
Yo pienso que el amor es una cualidad que nace con nosotros, pero son los lazos los que hacen que crezca y se fortalezca este poderoso sentimiento. Nacemos del amor y nunca dejamos de aprender a amar. Es cuando nos acercamos y conocemos a las demás personas cuando vislumbramos su alma y aun sin saberlo nosotros mismos, dejan de ser una más de entre un millón y pasan a ser únicas para nosotros. Tal vez por eso se nos hace más difícil amar a quien no conocemos o no deseamos conocer.

El Evangelio de Jesucristo da un paso más y nos exhorta a hacer extensivo nuestro amor a todos y cada uno de los humanos de esta Tierra:

 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (MATEO 5:43-48)

El amor es el motor más potente de este mundo, por encima del dinero,el prestigio, el éxito profesional, los logros físicos e intelectuales y cualquier cosa vana de este mundo... Es la forma más elevada de inteligencia y perfección, porque nos mueve a hacer cosas que parecen imposibles... incluso a perdonar.

El ejemplo perfecto de Jesucristo es el máximo exponente de amor. Es incalculable, pero a él deberíamos aspirar cada uno de los hombres.

domingo, 21 de septiembre de 2014

NO ES TAN FAMOSA, PERO ES UN EJEMPLO DE LA LUCHA DE LAS MUJERES PARA SER RESPETADAS

Si les digo Caddy Adzuba probablemente no sepan de quién les estoy hablando. Tal vez alguno,viendo su foto recuerde que ha recibido el reciente Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (por cierto...¿Quién es ahora el Príncipe de Asturias?). Vicente Ferrer dijo al recibirlo: "Si esta vanidad de vanidades que es recibir este premio, tiene un resultado práctico, entonces el Príncipe de Asturias empieza a brillar". El trabajo y la lucha en la República "Democrática" del Congo por los derechos de las mujeres llevan el rostro de Caddy, como un estandarte hacia las sociedades "civilizadas" para que las mujeres congoleñas sean respetadas y valoradas.
Cuando leí este artículo, no exento de crudeza, me fue imposible permanecer indiferente y quise compartirlo. Su labor despierta profunda admiración y refleja el amor por las mujeres más vulnerables. Ellas son, a mi modo de ver, la obra más sublime de la Creación de Dios... y su vientre, nuestra morada previa al nacimiento, fuente de vida... Todo hombre está obligado a honrar a su esposa y tratar con bondad y respeto a toda mujer.

viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Por qué no nos damos un abrazo?

Esta imagen dio la vuelta al mundo en mayo de este año... Mi pregunta es: ¿Por qué fue noticia? ¿Tal vez porque se rompieron prejuicios y se mostró abiertamente que todos somos seres humanos, con las mismas pasiones, debilidades y sentimientos?
Perdonen mis retóricas preguntas, pero por desgracia, no estamos acostumbrados a estas demostraciones de amor y hermandad entre personas que se suponen tan alejadas en sus creencias religiosas.
Es mi deseo que esta imagen sea sólo el ejemplo de los millones de abrazos con los que muchos soñamos en este mundo antagónico.
Tengan un feliz día.