miércoles, 28 de diciembre de 2016

A MI AMIGO

Entrados en la Navidad y a punto de cerrar el año, hacemos balance de nuestros éxitos y, por qué no decirlo, también de nuestros "fracasos"...

Seguramente trazamos planes hace casi doce meses para cumplir proyectos, alcanzar metas y solventar dificultades mediante ingeniosas ideas, esfuerzo y constancia y sentimos que todo este tiempo se nos ha ido como agua entre los dedos. 
Quisimos aspirar a mejores cosas, ampliar nuestra formación, alcanzar o adquirir alguna destreza o conocimiento, bajar de peso, hacer más deporte... o tal vez hemos intentado cambiar o al menos aliviar situaciones difíciles que nos producen tristeza, desasosiego o frustración.

Estoy seguro que cada uno de ustedes tiene en mente una dificultad, no necesariamente propia, que implica dar lo mejor de uno mismo y a pesar de todo, no parece suficiente.  Se me ocurren algunos desafíos especialmente complicados como la tristeza por un ser querido que no permanece con nosotros, una larga enfermedad, paro, una contienda familiar, un desencuentro con algún amigo, un conflicto con una persona con la que convivimos o compartimos nuestro espacio de trabajo, lidiar con un hijo poco obediente, una traición, padecer injusticia o sencillamente que alguien nos haya partido el corazón...

Llegados a este punto podríamos preguntarnos: ¿Realmente este problema tiene solución?  Y aún más: ¿La solución depende de nosotros? ¿Verdaderamente está en nuestra mano? 
Con frecuencia llegamos a afligirnos y nos sentimos impotentes ante obstáculos que se antojan insalvables y se interponen en nuestra felicidad.

Me gustaría, si me lo permiten, con mi humilde mensaje darles algo de ánimo y esperanza por dos motivos:

1- Porque siento profundo cariño por cada uno de mis compañeros y amigos así como albergo un sincero respeto y admiración por sus vidas y su valioso ejemplo.

2- Porque gracias a mi fe y perspectiva eternas, a través de experiencias comunes, las pruebas que he pasado y habré de pasar, (que de seguro pueden resultar insignificantes y no son comparables a las de muchos de ustedes), sigo aprendiendo a ser un optimista convencido. A pesar de que como cualquiera, me he sentido abatido, frágil y necesitado de consuelo, me gusta ver siempre el vaso medio lleno y me esfuerzo en sentirme agradecido por cada acontecimiento de mi vida, deseado o no, que conforma mi origen, mi personalidad, mi experiencia y mi gozo sobre esta tierra.

A menudo olvidamos que nuestro esfuerzo total es en sí mismo un éxito total con independencia del resultado , que el todo descansa sobre cada una de las partes y que cada parte que se suma nos acerca a ese todo. Me gusta pensar que esa es la verdadera medida de nuestro empeño.Teresa de Calcuta dijo: "A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota".
Solemos subestimar el principio transformador que acompaña a nuestro esfuerzo, a pesar de que tiene el poder de cambiar nuestra realidad y también la realidad de aquello que nos rodea.

Es mi deseo ilustrar que de las cosas pequeñas proceden las grandes con una breve historia narrada por el hijo de un arquitecto:

"Construir casas requiere mucho tiempo, esfuerzo y precisión. Un aspecto en el que creía que no era necesario ser tan exactos era el de excavar los cimientos de una casa, pero mi padre pensaba lo contrario.

Para preparar la base de una casa, primero hay que excavar y rellenar los cimientos, que son unas losas de cemento más anchas que la base. Una vez que se rellenan y se secan los cimientos, se vierte la base encima; luego, todo se rellena con tierra.

Muchas veces me preguntaba si en realidad era importante que los cimientos fueran perfectamente cuadrados. Después de todo, al recubrirlos con tierra, nadie iba a verlos y no se iba a debilitar el soporte de la vivienda. Sin embargo, mi padre quería que los cimientos fueran cuadrados y llanos, medidos correctamente y con precisión, y así lo hacía con cada casa que edificaba.

Al mirar atrás, me doy cuenta de que mi padre trató cualquier aspecto de su trabajo con el mismo cuidado, aun las cosas que el propietario jamás vería. La atención esmerada que le daba a los detalles implicaba que la gente podía confiar en él para que hiciera un buen trabajo, y él tenía la satisfacción de saber que su trabajo era de la mejor calidad y que los propietarios lo iban a apreciar."

Tal vez haya momentos en que nadie, excepto ustedes y el Dios que los creó, sabrán lo bien que hicieron el trabajo que tenían que hacer. Puede que no obtengan reconocimiento alguno por sus logros, es muy posible que su mejor esfuerzo pase completamente desapercibido...  Pero al dar lo mejor, se sentirán bien con ustedes mismos, sabiendo que han desarrollado integridad, confianza y destrezas prácticas.

Del mismo modo, tratamos de limar nuestras propias imperfecciones, tales como doblegar nuestro temperamento, y también perdonar a otros.

Otros seres humanos nos ofenden, mienten, o decepcionan. Casi a diario se producen malentendidos, situaciones que nos generan tensiones, ponen al límite nuestra paciencia y amenazan con deteriorar y hacer añicos nuestra buena relación con otras personas. Todo ello forma parte de la vida y no siempre son cuestiones sencillas de resolver. Pero incluso a ese padecimiento por causa de otros, le acompañan valiosas enseñanzas.

El sufrimiento que experimentamos por las ofensas de los demás es un valioso, aunque doloroso, aprendizaje para mejorar nuestra propia conducta.
Más aún, el sobrellevar nuestras propias cargas puede ayudarnos a cultivar una reserva de empatía hacia los problemas que enfrentan los demás.

Me doy cuenta de que en demasiadas ocasiones contemplamos a una persona desde el prejuicio. Creemos saber cómo es, como piensa, cómo es su vida e incluso somos capaces de adivinar mala intención en muchos de sus actos...

Yo mismo he creído ver en algunos compañeros y amigos una alambrada repleta de arbustos espinosos, casi salvajes, sin orden ni armonía... Pero he de decir que cuando me he aproximado más al recinto levantado a su alrededor he podido descubrir un jardín hermoso en su interior al traspasar el pórtico de la apariencia. Esa es mi experiencia.

La base de las relaciones humanas es la confianza. En un mundo que agoniza de dolor, en el que las guerras, el hambre, el terrorismo, la corrupción, multitud de problemas sociales y la falta de amor nos atenazan, siento que debemos buscar el antídoto a estos males endémicos. Siempre para contrarrestar el mal debemos emplear el bien de la misma manera que para combatir el sueño dormimos o para mitigar nuestra hambre comemos.

Si atendiésemos más a las virtudes de otros en lugar de centrarnos únicamente en sus defectos, el mundo podría ser completamente diferente.

Cambiar el mundo no depende de los gobiernos, de los resultados de la política, aunque puntualmente algunas acciones globales más o menos solidarias parezcan ayudar... Cambiar el mundo parte de algo mucho más personal, como es amar al prójimo y las creaciones que nos rodean. Mirar el bien de nuestro vecino, socorrer al necesitado, alimentar al hambriento, vestir al desnudo... y ver a cada individuo como un ser único y especial.

Como dijo el Dalai Lama: "Solo hay dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro se llama mañana. Hoy es el día correcto para amar, creer, hacer y vivir."

En estas fechas más que nunca ese espíritu de amor y los mejores deseos se hacen presentes de forma muy especial.
La Navidad que conocemos parte de un hecho que cambió para siempre el mundo pero que el mundo aún no comprende. El nacimiento de Cristo fue una dádiva de amor imperecedero, un mensaje de que no estamos solos y pertenecemos a un Plan Eterno que perpetuará la relación con nuestras familias y amigos.

Si habéis llegado hasta el final de mi mensaje entiendo que será porque me apreciáis sinceramente o tal vez puede que algo de lo que dije os haya ayudado un poquito. En ambos casos me siento muy feliz de compartir lo poco que puedo ofreceros.

Pongo fin a mis palabras deseándoos una muy feliz Navidad y un gran año para todos.


"Bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor"  (Hamilton Wright Mabi)