Por su parte Artur Mas, cuando el Estatuto de Autonomía de 2006 pasó por el Congreso, se reconoció como nacionalista "tolerante y moderno" pero integrado en el conjunto de España. Aunque, posteriormente, dijo que en un hipotético referéndum soberanista, votaría a favor. Tras la sentencia del Tribunal Constitucional en 2010 que declaró varios artículos del Estatuto inconstitucionales, se declaró partidario del derecho de Cataluña a decidir su futuro, que es, según sus palabras, "el derecho de todo pueblo hacia la autodeterminación".
Es inquietante la ambigüedad en que se plantea la consulta y se perfila como el talón de Aquiles del proyecto, que lejos de completarse de forma satisfactoria puede traer graves consecuencias políticas y penales para sus promotores.
Algunas de las preguntas que flotan en el ambiente y que se plantean buena parte de la oposición y de la opinión pública, teniendo en cuenta que la consulta no es referendaria,- no es vinculante-, son: ¿De qué tiene miedo el Gobierno? ¿Acaso teme conocer una realidad que no desea oír?
El presidente español y su ejecutivo tal vez piensan que si les dan la mano a los nacionalistas, les tomarán el brazo y más allá.
Reputados juristas coinciden respecto al carácter de la consulta en que aún quedaría mucha tela por cortar...pues creen que la consulta terminaría siendo vinculante. Javier Tajadura, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco, señala: “Aunque la Generalitat diga que las consultas son diferentes que los referendos, para el Constitucional el nombre es lo de menos y su carácter vinculante o no también es indiferente”.
“La ley catalana presenta problemas que el decreto parece agravar. Uno es la dificultad de distinguir entre consulta no refrendaria [no vinculante] y referéndum [vinculante]. La Generalitat no emplea el censo electoral, pero termina acudiendo a quienes forman parte de él y parece poco previsible que el Tribunal Constitucional lo acepte”, asegura Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
“Más allá de la dimensión política actual de la cuestión catalana, el contenido de la norma no presenta ningún extremo que la diferencie de la ya anulada por el Tribunal Constitucional en 2003 cuando declaró la inconstitucionalidad de una consulta de análoga significación convocada al amparo de una ley del Parlamento vasco”, dice Andrés de Blas, catedrático de Ciencias Políticas de la Uned.
Otro debate abierto entre la ciudadanía de este país versa acerca de la posibilidad de que todo español pueda participar en una hipotética consulta. Hay posturas de todos los colores y matices. Creo que a los más partidarios de la unidad de España esta simple mención les resulta una ofensa, casi un insulto, porque piensan que unos pocos no deberían siquiera fantasear con lo que consideran una aberrante y delirante idea. Se niegan a lo que consideran un chantaje constante y se cierran de antemano a cualquier solicitud o proposición nacionalista.
Aquellos que dan pie al diálogo, que son partidarios de la democracia y valoran la unidad de España incluyendo a Cataluña, incluso desde el cariño, consideran que la consulta sí debería hacerse extensiva al resto de españoles.
Otros, tal vez hastiados ya de tanta controversia, preferirían zanjar el tema concediendo la independencia a Cataluña de una vez por todas a modo de venganza pasiva... se escuchan auténticas barbaridades...
Los nacionalistas catalanes si algo tienen claro es que esta decisión pertenece sólo a Cataluña. Incluir en ella al resto de españoles pondría un megalito más en el muro que ya de por sí representa la Constitución. Sería como chutar a puerta sin ángulo, desde la línea de fondo, con un balón pinchado y un huracán soplando en sentido opuesto.
Algunos como yo nos limitamos a observar como se desplaza la pelota en un eterno partido de tenis que parece haberse atascado en un interminable "tie break" y no sabemos bien qué pensar de unos y otros, si bien yo creo que España sin Cataluña no sería la misma y cualquier paso en este sentido sentaría un precedente desastroso para el futuro. Por otra parte, creo que no hay nada de malo en que toda persona se exprese libremente, aunque la libertad de expresión no implique necesariamente la consecución de todos nuestros deseos. La prioridad de casi todos los españoles creo que sería acabar con el paro, que toda persona tenga una vivienda digna, conservar la sanidad y la educación libres de recortes, garantizar las pensiones, igualdad ante la ley, acabar con la corrupción que nos azota como una plaga... Pienso que esos serían algunos de los deseos más comunes y a pesar de que una buena parte de los que he citado son derechos inalienables recogidos en esa misma Constitución de 1978, la realidad es bien distinta. No quiero decir con ésto que las banderas sean "trapos", pero hay muchísimas cosas que me preocupan más.
La independencia de Cataluña a día de hoy, tal como yo lo veo, parece más una cuestión formal que de fondo. La división de Cataluña con el resto de España ya existe, es real. Es una comunidad autónoma reconocida "nacionalidad histórica", tal como recoge la Constitución de 1978, por su identidad colectiva, lingüística y cultural diferenciada del resto de España. El rasgo de distinción más evidente es el lenguaje, aunque no debemos olvidar que cuenta con amplias competencias de autogobierno en turismo, cultura y vivienda.
En la actualidad y desde el inicio de la democracia, las leyes amparan no sólo el idioma catalán, sino también su historia, tradiciones y cultura popular. Uno de los "peros", para muchos de vital importancia, es la falta de concierto económico, aunque creo que el más importante con amplia diferencia es el reconocimiento de Cataluña como "nación". Para los independentistas todas esas bonanzas que he citado no son suficientes, pues el fin último, la cúspide de su anhelo, tal y como indica la propia palabra que los designa, no es otro que la independencia. Es conveniente señalar en honor a la verdad, huyendo de la demagogia, que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional determina que el concepto de nación y nacionalidad no son sinónimos, declarando que la carta magna sólo admite una nación, que es la nación española. La nacionalidad histórica por tanto, es una formalidad que no colma sus aspiraciones.
También pienso, aun a riesgo de equivocarme, que al final no se trata tanto de un problema de "verdadera independencia de Cataluña", desligándose de España de forma rotunda y legal, como la certeza (dulce, amarga o indiferente, -según para quién-) de poder afirmar que Cataluña es una nación, con todas las letras y en mayúsculas. Me atrevo a sospechar que algunos han puesto su corazón en la culminación de un sueño, tal vez sin sopesar ni calcular todas las consecuencias derivadas de esa aparente utopía.
Este es el momento en el que uno mismo puede llegar a plantearse: ¿Qué es lo que nos hace sentir españoles, catalanes, vascos... o varias cosas al mismo tiempo? ¿Es lo que dicen los libros de Historia? ¿Viene marcado exclusivamente por el lugar donde vivimos?
La respuesta a la primera cuestión me resulta infinita y particular en cada persona y no me siento capaz de contestarla. Siento que sería poner palabras en boca de los demás. Prefiero que cada uno se lo pregunte a sí mismo, si lo desea y no lo ha hecho ya, y obtenga su propia respuesta. Para los dos siguientes interrogantes para mí sólo cabe una retórica respuesta: No. Porque para mí, sentir y ser en la identidad personal, tal y como uno se ve, están muy próximos, aunque medio mundo pueda decirnos que no somos quienes creemos ser.
Como madrileño, hijo de vasco, casado con peruana y residente en un pueblo de Almería, siento que mi origen (geográfico, no divino) es casi un accidente, y al igual que el resto de circunstancias descritas, son fruto de algunas de mis decisiones y también de las decisiones de mis antepasados. Y me puedo sentir feliz aquí, en el lugar donde vivo, - "la vaca es de donde pace, no de donde nace"-, al igual que lo fui en "Madriz", "pedazo de la España en que nací".
Los -ismos casi siempre dividen porque no marcan distinción entre el sujeto individual y el sujeto colectivo, encorsetando al primero en las generalidades del segundo y sujetándolo al lastre del prejuicio, en el que cabalga la intolerancia con total impunidad.
Me he preguntado también, (porque creo que ponernos en el lugar del otro es primordial para conocerle y comprenderle), qué es lo que yo haría si fuese independentista catalán y tuviese la potestad y capacidad política necesaria para tomar importantes decisiones:
-Primeramente, en un ejercicio de lógica y también de prudencia, valoraría la situación actual de Cataluña. Estudiaría concienzudamente la viabilidad real del proyecto, calculando las consecuencias y el impacto que supondría a todos los niveles: políticos, económicos, sociales... Me sentaría a hablar con el mayor número de empresarios posibles para conocer de primera mano su actitud ante el hipotético cambio. Procuraría dentro de mi subjetividad, ser lo más realista posible y no actuar sólo en base a un deseo, olvidándome de los muros impuestos por la cruda realidad.
-Crearía y promovería políticas autonómicas que fomentasen la riqueza, la creación de empleo y la "marca Cataluña" como un símbolo turístico más abierto y cercano a todos, incluso al resto de España.
-Requeriría unos estudios, avalados por los mejores profesionales de la Economía y los recursos, para garantizar hasta donde sea posible, que esa decisión realmente va a beneficiar el lugar donde vivo y que amo "hasta la médula".
En definitiva, lucharía por crear esas condiciones previas que hicieran posible tan ambicioso proyecto. Sería comenzar la casa por los cimientos, no por el tejado presuponiendo la capacidad.
Seguro que muchos pensarán que todo esto se ha hecho. Que es lo que se lleva haciendo desde que comenzó esta inercia, que arranca en la Democracia hasta llegar a nuestros días. Probablemente tengan razón... No es baladí que Cataluña ha jugado un papel fundamental en muchos momentos, convirtiéndose en la llave de poder y obteniendo en consecuencia importantes beneficios, cosa que me parece muy loable, a pesar de muchas de las comunidades españolas que han permanecido a remolque de esos avances.
Entonces, si los nacionalistas catalanes consideran que ya se han creado las condiciones previas, vuelvo a incidir en la cuestión: ¿Es eso lo mejor para Cataluña?... Yo no lo sé, pero me parece que supone el reto de pensar con la cabeza más que con el corazón. Aunque reconozco que al igual que muchos desafíos de la vida, el primer paso es un acto de fe al que luego acompaña la acción.
Me interesan especialmente las encuestas que se vienen haciendo por el Barómetro de Opinión Pública de la Generalitat de Cataluña que incluye desde 2011 la pregunta «Si mañana se hiciera un referéndum para decidir la independencia de Cataluña, ¿usted qué haría?». La oleada —conjunto de encuestas— más reciente del Barómetro refleja que el 54,7 % de los catalanes votarían sí a la independencia, un 22,1 % lo harían en contra y un 15,7% se abstendrían. Estos datos, si los confrontamos con los de la primera oleada de 2011 (un 42,9% a favor, un 28,2% en contra y una abstención del 23,3%) nos revelan una creciente tendencia a la independencia, que aumenta en casi un 12%. Disminuye en un 6% el número de los que se oponen y la abstención se rebaja un 7,6%. Se pueden sacar de dichos resultados múltiples conclusiones, pero aunque todos sabemos que las encuestas no acostumbran a ser un reflejo preciso de la realidad, es notorio que algo ha cambiado.
La puesta en marcha del proyecto soberanista encabezado por Artur Mas, pese a ser considerada por muchos como una maniobra de distracción ante los numerosos escándalos de corrupción en los que CiU está implicado, tal vez ha alentado en los últimos tiempos a tomar partido por la independencia a bastantes indecisos. El giro político es notable sobre todo si recordamos cuando en 2006 se definía como nacionalista "tolerante y moderno" pero integrado en el conjunto de España... Lo que me queda la duda es de si se sentía integrado en el conjunto de España a la fuerza o con alegre aceptación.
Mucho se habla de soberanía, independencia, estado federal, libertad para decidir... pero en realidad muy poco o nada se escucha de opresión del Estado español, limitaciones culturales o lingüísticas, falta de reconocimiento a la cultura de Cataluña... De seguro es porque afortunadamente a día de hoy ya no se atropellan esos derechos ni la identidad cultural que representa esta comunidad, que dicho sea de paso, cuenta con un buen número de obras arquitectónicas consideradas Patrimonio de la Humanidad.
Me da que pensar el concepto que a menudo tenemos de la palabra libertad. Para mí todas las libertades que permanecen sujetas a la moral y a la justicia me parecen importantes, pero la que más me cautiva es la libertad de pensamiento unida a la libertad de expresión. Recuerdo especialmente la frase de Voltaire: "Detesto lo que dices pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo" .Abundando en lo que dije con anterioridad, pienso que ser libre no es lograr de forma exitosa todas nuestras metas. A veces nuestra libertad estará sometida o limitada por imposiciones o imperativos legales que no nos agradan y que tampoco hemos elegido. Para aquel que se sienta contrariado y no pueda cambiar esa situación, puede quedarle el consuelo de meter su cabeza bajo el yugo mas no sus pensamientos.
Las personas más libres que conozco son aquellas que conocen otras realidades, que en muchos casos han viajado,que muestran interés por otros pueblos y culturas, con inquietud de conocimiento y que sencillamente tratan con personas y cosechan amistad con personas de distintos orígenes, razas, ideologías, religiones... que no temen la diferencia y se acercan para comprenderla y si es conveniente admirarla. Son esos ciudadanos del mundo sin patria ni bandera única, pero con sentimientos que brotan del alma. Vicente Ferrer, un hombre bueno y un ilustre catalán nacido en Barcelona, dijo: "Soy indio, aunque todavía me sepa hacer el nudo de la corbata, y sin la India no sería lo que soy". Y yo ante semejante clase de cátedra pronunciada desde lo más hondo del corazón, diré que me esfuerzo en respetar a todos pero a personas como él admiro.
Yo, que he viajado a muy pocos países y que no conozco nuestra geografía como se merece, reconozco que cada uno de esos lugares tienen un encanto y belleza que me enamoran y son dignos de admirar.
Tal vez uno de nuestros mayores errores es confundir el orgullo patrio con la descalificación. Aquel que se sienta muy español, muy catalán, muy almeriense o muy ejidense puede afirmarlo con orgullo, sin mostrar desprecio por el resto de orígenes, nacionalidades o gentilicios, con sana autoestima y "humilde orgullo", sin absurda jactancia. De no hacerlo así, podría incurrir en un acto de supina ignorancia. Por ende todo aquel que se sienta muy catalán puede gritarlo a los cuatro vientos si lo desea sin aguardar al 9 de noviembre ni al día indeterminado en que ese sueño se convirtiere en realidad.En lo personal prefiero pertenecer a algo más grande que Madrid, algo que a su vez lo contenga, pero comprendo que es solamente mi opinión y no le sirve a otro.
Incluso aquellos que se sientan catalanes y españoles al tiempo, no escondan su aparente contradicción sustentada en vanas rencillas. Todos tenemos derecho a nuestras contradicciones, ya lo creo... De hecho y por comentar una curiosa, tengo un amigo votante del PP, con profundo sentido patriótico español que es "forofísimo" (esta palabra no la recoge la R.A.E. ,lo siento pero es la que mejor le define en este caso) del Fútbol Club Barcelona. Me parece que sus gustos y preferencias responden a la inteligencia de no confundir fútbol con política y escoge aquello que le parece mejor en cada ámbito.
Si existe algo que me cuesta digerir son algunas de las palabras y acciones de algunos dirigentes políticos, actuales y del pasado, que constantemente nos enfrentan al resto y profundizan brechas que nunca llegan a cerrarse por su nociva influencia, convirtiéndose en abismos de incomprensión. No se entiende que en el pasado unos padres no pudiesen registrar a su hijo con un nombre catalán ni tampoco que se mutilase la identidad de un pueblo impidiéndole escribir y expresarse de forma oficial en su lengua. De la misma manera no es de recibo, que un empresario en Cataluña esté obligado a no rotular en castellano. Podría hacerlo en chino o en ruso, no importa, pero no en castellano, so pena de ser multado.
¿Qué les parece la presión a la que se han visto sometidos 700 alcaldes de algunos municipios para que dispongan de sus centros lectivos como colegios electorales para la consulta?
Artur Mas fue inscrito en el registro civil como Arturo Mas, nombre que se cambió por el actual en el año 2000. Es comprensible que se llame como desea y también que haga honor a la voluntad de sus padres. Tal vez sean estas cosas que algunos juzgan insignificantes las que hacen que haya quienes se quieren desligar de España y también que la punzada de los recuerdos y de la historia, mantenga vivos esos rencores y sentimientos anticatalanes y antiespañoles.
Hace unos días me decidí a elaborar una mini-encuesta sin ningún valor representativo a algunos de mis buenos amigos catalanes. Quiero recalcar que ninguno de ellos vive en Cataluña, por si alguien quiere sacar sus propias conclusiones. Esta circunstancia puede tener algún peso, pero en todo caso no creo que sea determinante. Fue realizada a seis personas en un rango de edades aproximado de 30 a 60 años y las preguntas y resultados fueron los siguientes:
1ª- ¿Está a favor de la consulta soberanista del 9-N? 3 a favor y 3 en contra.
2ª- En caso afirmativo, ¿piensa que se deberían activar los mecanismos para que fuese vinculante, cambiando la Constitución si fuese necesario? 3 dijeron que sí (no ha lugar a que respondan los tres restantes).
3ª- ¿Piensa que la consulta concierne exclusivamente a los catalanes o por el contrario debería hacerse extensiva al resto de España? ( Entendiendo esto último como que todo español pueda participar en la consulta) 3 piensan que atañe exclusivamente a los catalanes y 2 piensan que concierne a todos los españoles. El que resta opina que no hay motivo para la consulta, independientemente de la fórmula de la misma.
4ª- ¿Es posible sentirse catalán y español al mismo tiempo? Los 6 afirman que sí.
5ª- ¿Es este su caso? Hay 3 que dicen sentirse más andaluces por sus raíces, 2 más catalanes que españoles por dominar el idioma y 1 más español que catalán.
Quiero disculparme por la cuarta pregunta por aquello de lo innecesario de la misma, pero con el pasar de los años he aprendido a no dar nada por sentado y también la formulé porque me temía que los extremos pudieran conducirnos a lo incongruente. Supuse unánime esa respuesta afirmativa pero quería empezar por ahí, para matizar esa respuesta mediante la pregunta siguiente.
Los resultados arrojan una división de opiniones equilibrada, tal vez casual pero en ningún caso destilan odio hacia lo español. Ojalá las personas no fuésemos tan fáciles de ofender y si alguien ha tenido una mala experiencia en Cataluña... por favor, comprenda que no todos somos iguales ni aquí ni allí y disfrute de lo que esa bella tierra y muchas de sus gentes nos ofrecen. Creo que entre todos debemos esforzarnos en extirpar eso que tanto daño ha hecho a nuestro país y no guiarnos mucho por la opinión de algunos de los políticos de uno y otro lado, que con frecuencia y a tenor de los acontecimientos, no ponen a España ni a Cataluña en primer lugar. Puede que se ocupen y hasta se sirvan de ellas, pero en último término nuestro bienestar parece importarles un comino.
Por mi parte creo que España no dejaría de ser un gran país, con Cataluña o sin ella, pero sinceramente no sería el mismo. España con Cataluña siempre será más que sin ella, pues es un hermoso lugar. Es lo que honradamente pienso y prometo que sin ningún ánimo de fastidiar a nadie. La independencia de Cataluña a efectos prácticos de mi diario vivir no pienso que tuviese ninguna incidencia importante, pues ya no dibujo mapas como lo hacía en la E.G.B y aunque el pasaporte abulta un poquito más que el DNI si me fuese necesario lo llevaría para hacer turismo en cualquiera de sus recomendables provincias. Lo que también tengo claro es que no me imagino una liga de fútbol sin el Barça (me ha costado encontrar la "cedilla" en el teclado, lo admito), la selección española de fútbol sin algún jugador catalán, un conjunto de imágenes turísticas de España sin una foto de la Costa Brava ... Tampoco pienso renunciar al "pan tumaca" ("pa amb tomàquet" sería más correcto), ni a la butifarra catalana... El boicot al Cava en mi caso siempre será impretendido pues es el mismo boicot que hago a toda bebida alcohólica por ser abstemio. Y por supuesto, esto si que es seguro: no negaré mi amistad y respeto a mis queridos amigos catalanes,sean nacionalistas o no, ni a quienes pretendan acercarse a este humilde servidor ignorante de muchas cosas, pero que se esfuerza en comprenderlas.